Educación Emocional Infantil
LA EDUCACIÓN EMOCIONAL EN LA ETAPA INFANTIL, UNA HERRAMIENTA PSICOPEDAGÓGICA IMPRESCINDIBLE PARA LA VIDA
Hoy en día, no nos resulta nada extraño escuchar hablar de la inteligencia emocional como una habilidad de gran relevancia en la vida de las personas. Pero se trata realmente de un cambio de paradigma relativamente reciente, ya que no fue hasta 1990, con la publicación del artículo “Emotional Intelligence” por parte de Peter Salovey y John Mayer, cuando se empezó a dar voz a este respecto, ampliando el punto de mira más allá de los resultados académicos y el desarrollo evolutivo del alumnado.
Gracias también a las aportaciones de Daniel Goleman, con su best seller mundial titulado del mismo modo y sus investigaciones acerca de las inteligencias múltiples, en la actualidad el Sistema Educativo se encuentra cada vez más concienciado, apostando por una educación integral y valorando el acompañamiento emocional en cada etapa.
De modo que, ¿qué es la Inteligencia Emocional? La podríamos definir como la habilidad para reconocer las emociones propias y ajenas, y a su vez la capacidad para regularlas adecuadamente. Por tanto, cuando hablamos de Educación Emocional, nos referimos a un proceso educativo continuo y permanente, que pretende potenciar el desarrollo de las competencias emocionales como elemento fundamental del desarrollo. Consiste en ofrecer al alumnado un contexto en el cual haya cabida para la toma de consciencia de nuestro estado emocional en cada momento y el trabajo guiado para desarrollar una regulación emocional óptima.
Contar con la capacidad para autorregularnos emocionalmente supone numerosos beneficios, tales como: desarrollo del autoconocimiento, trabajo de la empatía, gestión de la frustración, fomento de la capacidad de escucha activa y promoción de la asertividad. Así mismo, se ha demostrado la estrecha relación existente entre el estado emocional de una persona y su estado de salud. Un estado emocional desregulado e inatendido por el individuo, en muchos casos puede dar lugar a enfermedades de carácter psicosomático, que no son más que dolencias físicas sin causa orgánica evidente, donde las emociones juegan un papel fundamental. Por ejemplo, cuando nos encontramos en un periodo de mucho estrés es habitual que nos duela la cabeza y hasta tengamos jaquecas o aparezcan contracturas, y cuando estamos muy nerviosos podemos encontrarnos con fuertes dolores de estómago e incluso la aparición de náuseas o malas digestiones.
Por tanto, ¿cuál es el momento idóneo para comenzar a trabajar la Inteligencia Emocional? Dado que las emociones forman parte de nuestra vida desde nuestro nacimiento hasta nuestro último día, es necesario ser conscientes de la funcionalidad y capacidad adaptativa de todas ellas, contribuyendo a la supervivencia del individuo y permitiendo gozar de un estado de bienestar, si se gestionan adecuadamente.
Desde nuestro centro educativo Giorgeta, consideramos fundamental introducir este enfoque desde los primeros años de vida, durante la etapa de Educación Infantil. Si bien es cierto que los menores de 6 años se encuentran en pleno proceso evolutivo, con un cerebro todavía inmaduro, defendemos que dotarles de una mochila emocional de la que puedan echar mano siempre que lo necesiten, garantizará un mayor estado de bienestar individual así como una mejora de la cohesión grupal y convivencia en el aula y en el hogar. Por ello, pretendemos proporcionarles las herramientas y recursos necesarios para ser capaces de escuchar cómo se sienten, reconocer qué les ocurre, cuál ha sido la causa de la aparición de esta emoción y alternativas para poder gestionar la situación de la forma más beneficiosa posible. Además, la neuroeducación afirma que uno de los pilares que sustenta las emociones es la curiosidad. Por ello, incluimos en el aula y en el día a día de los más pequeños experiencias emocionales que susciten esta curiosidad, lo cual ha demostrado ser realmente significativo en el aprendizaje y capacidad de evocación del mismo.
El contexto familiar es también una oportunidad idónea para el desarrollo de las competencias emocionales desde temprana edad. Actos tan sencillos como ponernos a su altura cuando nos hablen, escucharles con plena atención mirándoles a los ojos, dar importancia a aquello que comparten con nosotros, gestionar adecuadamente los conflictos que se den en el seno familiar y validar las emociones que sienten a lo largo del día; permite que ellos y ellas se sientan seguros, comprendidos, escuchados y con la capacidad y voluntad de expresarse con libertad.
Para poder crear este clima es importante empezar tomando consciencia de las propias emociones, como figuras de referencia, para posteriormente ser capaces de comprender la reacción emocional del menor, empatizar y ser capaz de dar respuesta a esa necesidad puntual. Así mismo, normalizar el compartir cómo nos sentimos en cada momento, permitirá ofrecer un espejo en el que los niños y niñas puedan verse reflejados y tomar ejemplo. Además, reservar momentos familiares en nuestra ajetreada rutina, como paseos por la naturaleza, excursiones, reuniones de juegos y tertulias, o ratitos de lectura donde podamos hablar de lo acontecido en el día, permite trabajar de forma sencilla pero muy eficiente, estas competencias emocionales mencionadas.
Muchos autores presentan las relaciones interpersonales como factor predictivo de bienestar emocional. Dediquémonos tiempo y amor a nosotros mismos, para así poder cuidar a los que más queremos.
Carla Naomi Salbia Llorens – Orientadora Educativa