EL PODER DEL NOMBRE PROPIO

EL PODER DEL NOMBRE PROPIO EN LA ESCRITURA Y LA PRELECTURA

La publicación de hoy va dirigida a dar a conocer un proyecto que se lleva desarrollando en nuestro centro educativo, concretamente en las aulas de 3 años, desde hace ya un tiempo. Aunque parezca que es un proyecto que trabaja algo obvio y que puede parecer una tarea tan nimia, en ocasiones no le otorgamos la importancia que se merece. Esta publicación se basa en el proyecto del nombre, de su importancia y en lo mágico y maravilloso que resulta comenzar el proceso lectoescritor de nuestros alumnos y alumnas con algo tan único, personal y significativo con su nombre propio.

En este sentido, el proceso lectoescritor se desarrolla a lo largo de infantil y ante todo  requiere de tiempo, paciencia, esmero y constancia. Difiere del aprendizaje de la expresión oral en su conjunto, ya que este se interioriza de manera progresiva y natural gracias a la interacción social. En cambio, el lenguaje escrito es necesario aprenderlo. Este aprendizaje vendrá marcado evidentemente por el contexto y los estímulos que provengan de su entorno.

Sin lugar a dudas, es función de la escuela promover y proporcionar entornos de aprendizaje que respeten el ritmo madurativo de su alumnado, motivando y orientando los aprendizajes a los objetivos que nos ocupan, en el caso de este proyecto: el aprendizaje del nombre.

Para ello, en el momento de su desarrollo y puesta en marcha, las bases pedagógicas y metodológicas dejan claro nuestro enfoque constructivista del proyecto, partiendo de lo particular a lo general y de la singularidad a la abstracción. Esta es una de las claves, conseguir centrar uno de los primeros pasos de la lectoescritura en algo tan propio, conciso y significativo como el nombre de cada alumno y alumna de nuestra escuela.

De esta manera, estableciendo como punto de partida el nombre propio, entendiéndolo como el primer texto que el niño/a desea reconocer y aprender, iremos generalizando esa motivación y extendiendo la curiosidad hacia los nombres de nuestros familiares más cercanos, reconociendo (leyendo) sus letras y ubicándolas en un referente claro y preciso para ellos y ellas.

En la misma línea, teniendo claro el punto de partida de este proyecto, así como el enfoque metodológico,  continuamos hacia la mecánica de éste. De manera simultánea trabajamos desde la perspectiva analítica y la sintética. Por un lado, fomentamos el reconocimiento del nombre como un todo, y por otro, de manera analítica, trabajamos el reconocimiento de la inicial, entendiéndola como elemento característico dentro del conjunto “nombre propio”.  ¿Parece simple verdad? Nos puede llevar a error entender este proceso desde la perspectiva de un adulto, perdiendo de vista las características evolutivas e hitos del desarrollo que se producen en nuestros niños y niñas.

Como consecuencia de todo ello, gracias a la planificación de actividades creativas y motivacionales, logramos que nuestro alumnado diferenci letras y números de otros símbolos, de garabatos, de letras entre sí, qué cantidad de letras tiene un nombre,  las veces que se repiten, el sentimiento de pertenencia, etc… Y todo esto con solo 3 años. Sin darnos cuenta han comenzado a descodificar parte del mundo que les rodea, un mundo del que de día a día aprenderán más y mejor.

Para finalizar, desde nuestra escuela nos sentimos orgullosos de poder ser parte del aprendizaje de nuestro alumnado, viviendo de manera privilegiada el inicio de cada uno de ellos y ellas en el maravilloso y fascinante mundo de la lectoescritura.

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